21-22/11/2014 – María, custodia en que brilla el amor de Jesús

 

Homilía de Mauricio Zúndel en Bex, Suiza, en 1951. Inédita.

El Papa definió el dogma de la Asunción y hay quienes vieron en eso respecto de la Santísima Virgen una idolatría que desplaza a Cristo como centro del cristianismo. La Iglesia siempre ha celebrado la fiesta de la Asunción. El hecho de que esta creencia sea declarada dogma debe hacernos ver la vida de la Virgen como un capítulo de la vida de Cristo en la Iglesia.

Los Apóstoles que vivieron con Cristo, que fueron sus amigos, que bebieron y comieron con él no entendieron a Jesús antes de Pentecostés. En muy pocos momentos adivinaron, por iluminación, quién era Jesús, pero lo veían del exterior lo mismo que los romanos, como un carpintero. En Pentecostés se convirtieron porque ven a Cristo, lo ven por dentro, como la vida de la vida de ellos. Todas las palabras escuchadas y los milagros vistos se hacen en el interior a los ojos de la fe, cada acontecimiento de la vida de Cristo se vuelve acontecimiento de su propia vida interior. La lectura interior de la vida exterior de Cristo es la vida de la Iglesia.

Hagamos de los acontecimientos exteriores acontecimientos interiores de nuestra vida. La expresión del Amor infinito de Dios. Cada dogma es plenamente un capítulo de la vida de Cristo que se vuelve inteligible. Entre los capítulos de la vida de Cristo hay uno muy importante, el de las relaciones de Cristo con su Madre. Su venida al mundo es el origen de un nuevo universo. Por consiguiente, su nacimiento se sitúa en el nivel más alto. La maternidad de María debe estar en proporción con la divinidad de Jesús. Su Madre que lo engendra por el Espíritu, por la contemplación de su Amor, debe darle la vida a la altura de su misión divina. Ella es la cuna del segundo Adán en que el mundo es engendrado de nuevo en la ternura divina.

La Concepción y la Asunción tienen el resplandor de la vida divina de Cristo. Esa vida de Cristo en nosotros es nuestra vida eterna. Si Cristo nació del pensamiento, del Amor de María, a través de su corazón y su sangre, la vida se transforma y obtiene por medio ella su primer triunfo sobre la muerte y el pecado. La definición del dogma de la Asunción tiene su sentido en Cristo.

Podemos amarla y meditar sobre su misterio porque ella es un capítulo de la vida de Jesús. No es mariolatría ni idolatría sino una lectura interior de la vida de Cristo que es un misterio eterno. Este diseño es admirable. Leer interiormente la vida exterior de la vida de Jesús. Una sola conclusión será estrechar los lazos con Cristo, amarlo con amor más intenso y personal. Jesús no es un personaje del pasado sino que está presente, dentro de nosotros.

El Evangelio es el camino de nuestra intimidad. Amemos a María con amor cada vez más luminoso porque ella es la custodia en que brilla el Amor de Jesús.