15-17/10/2015 – Lectura horizontal y vertical de la Biblia

Mauricio
Zúndel en un retiro en Val Saint-François en 1939.

El equilibrio entre la línea vertical y la línea horizontal

La arquitectura resulta de la combinación de la vertical y la horizontal. Es un dato muy importante. Si se coloca ante la fachada de Notre Dame (Paris) o ante el Partenón, le llama la atención el equilibrio de la línea vertical y de la horizontal.

La situación de la línea horizontal no implica dificultad ya que se adapta al suelo. Lo más difícil es mantener en equilibrio la línea vertical.

Eso vale también para la vida espiritual. Ahí también hay línea horizontal y vertical. La horizontal es el instinto, la herencia, las costumbres, los automatismos, etc. La vertical es el impulso creador, la elevación de la mente y el desarrollo de la persona.

El pensamiento debe renovarse continuamente, a cada instante, y las palabras, cambiar de nivel si el pensamiento ha avanzado. Si estamos en el plano del espíritu, las deducciones no pueden quedar en el plano horizontal.

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Partenón de Atenas. El equilibrio de la línea vertical y de la horizontal.

Cuando pretenden encerrarnos en la lógica, no debemos oponer palabras a palabras. Si se puede decir de algo: “Es así”, eso no tiene interés, se ha terminado y está archivado. Lo interesante de un descubrimiento es que rompe la horizontal, abre una nueva perspectiva, nos compromete en una búsqueda más profunda y descubre un plano más misterioso.

Ciencia, conocimiento, historia y sentido espiritual de la Biblia

Todo el esfuerzo de la ciencia tiende a una percepción cada vez más rigurosa y precisa, pues todos los datos precisos deben ser punto de partida, cada etapa del conocimiento debe ser invitación al viaje.

El conocimiento no debe jamás tener el gusto de conocido, pues el mundo tiene siempre rostro nuevo.

La Biblia es un libro sagrado, divino, único en su género, pero para captar su transparencia no hay que perder de vista la línea vertical, porque también ahí existe una línea horizontal: el factor humano, las particularidades del terreno, de la lengua semítica, las condiciones de su vida política y económica, etc. La Biblia es divina según la línea vertical pero no en su línea horizontal.

El conocimiento actual de las literaturas semíticas nos obliga a preguntarnos qué relación existe entre esas literaturas y la literatura bíblica. Han tratado además de oponer esas literaturas a la Biblia para tratar de quitarle su originalidad.

Al abordar la Biblia hay pues que estudiar y tener en cuenta todas las dependencias que presentan los textos con el entorno judío, es la línea horizontal. Ante esos textos, nos preguntaremos a qué género literario pertenecen y cuál es la estructura de la lengua en que están escritos.

¿En los primeros capítulos del Génesis por ejemplo, se trata de una historia o de un poema épico de la creación? ¿El relato de Jonás, es una historia o simplemente una sátira llena de humor, destinada a flagelar la estrechez de espíritu judío y a mostrar que la misericordia de Dios no se dirige solo a Israel sino a todas las naciones? Lo mismo para el libro de Job. Si son historias podemos analizarlas, pero si son poemas, tienen un sentido espiritual.

Igualmente el Cantar de los Cantares, ¿poema a tres voces: el pastor, la pastora y el rey? ¿Género literario, código de leyes, sátira, leyenda, poema, historia?

Los semitas consideran la historia como el desarrollo de un combate entre los dioses, encontramos la misma figura de estilo en todas las literaturas judías, la palabra >Dios en la Biblia, ¿no es a menudo una forma de lenguaje? Igualmente la palabra ejército, que, gracias a Dios no significa batallones sino órdenes de la creación.

San Pablo nos muestra a Dios creando a los hombres como un alfarero que hace vasos elegidos y también otros. Un occidental no concibe eso. El cristiano afirma que la causa primera es Dios. El semita no tiene el arte de las distinciones. Las particularidades de lenguaje pueden tener mucha importancia para la comprensión de los textos.

Leer la Biblia como movimiento del espíritu que se lanza de la horizontalidad

Todo eso nos lleva a una gran prudencia. No es fácil leer la Biblia inteligentemente: permanece rodeada de misterio. Lo importante es captar el movimiento del espíritu que se lanza desde la horizontal.

El Antiguo Testamento pasó por el prisma de la humanidad de Jesús. La Biblia según la vertical, es Jesús, la luz de su aurora.

San Agustín dice que el sentido de la Biblia es múltiple. En la horizontal, es verdad; en la vertical es falso. Los autores sagrados no pretendieron informarnos sobre el origen del mundo, querían poner en relieve la acción de Dios en la creación. Hay mucho de mitología en los textos antiguos y todo no puede subsistir en el punto de vista histórico.

A los seis días de la creación se ha querido substituir la idea de seis épocas geológicas. Eso puede cuadrar con los descubrimientos del siglo 19, pero quizás no con los del siglo 21.

No sabemos dónde situar el diluvio ni lo que es, pero eso no tiene importancia. No tenemos nada qué decir del diluvio bíblico, ni del diluvio babilónico; el diluvio puede ser un período glaciar, poco importa a qué acontecimiento se refiere el diluvio. Pero lo que interesa es que la catástrofe está en relación con la falta del hombre, el pecado original. La creación es armonía: si luego viene la catástrofe es porque el hombre ha transgredido.

Se trata de sacar de la Biblia la luz que contiene.

Platón, los griegos, Aristóteles, construyeron toda una mitología sobre el tema de la creación. La filosofía de los hebreos es tomada de los griegos. Todo lo que los hebreos tienen de particular, lo deben al espíritu de Dios y la revelación surge en el seno de la línea vertical como manifestación evidente.

Cada época ha expresado lo sobrenatural en el lenguaje que podía entender, cada siglo proclama el mensaje de Cristo a su manera, pero es siempre el mismo mensaje.

Interpretar las visiones

Los mismos datos esenciales se deben aplicar a las visiones de los santos (Teresa de Ávila, Ángela de Foliño, Francisco de Asís). En su visión, en su lenguaje, encontramos toda su personalidad. No debemos tomar en sentido literal todo lo que nos dicen. Las revelaciones de santa Teresa no le cayeron del cielo. A través de cierta síntesis mental, se estableció en su vida cierto movimiento espiritual y puede comunicar con la nuestra, pero no tenemos que creer en sus revelaciones.

No debemos fiarnos a las revelaciones de los santos como a las de Dios. En todo lo auténtico que produjeron esas revelaciones, hay que tener en cuenta la óptica de la gente, de la fabulación, de los signos adaptados a su espíritu. Es mediante esos signos que comienza el movimiento espiritual.

Los signos confirman la fe, pero no son sino signos.

A propósito de las profecías debemos establecer las mismas reservas. Se ha tratado de agrupar las profecías cronológicamente, pero los tiempos son como los telescopios, como lo son en la visión de Dios. No podemos localizar las profecías en el tiempo.

En un caso dado, siempre hay cómo encontrar a Dios y cómo rechazarlo. Oscar Wilde dice que Jesús es tanto la afirmación de las profecías como su negación. Las cumple pero en un plano tanto más elevado en la línea vertical. Las profecías son movimiento y vida.

Interpretar el milagro y el dogma

Un milagro no se comprueba. Cuando dicen que los médicos de Lourdes han verificado un milagro, simplemente han verificado que no comprendían nada y que las cosas no sucedieron según las leyes humanas.

Todo lo que no es digno de la conciencia humana, en la Biblia, en la revelación de los santos, no viene de Dios sino del hombre. No estamos obligados a creer todo lo que decía el santo Cura de Ars; lo que es verdad es su acción, su amor, su llama espiritual que invita las almas a la visión de Dios.

El dogma no es una camisola de fuerza. No se puede entender la doctrina de la Iglesia fuera de la línea del Espíritu. Las afirmaciones del credo deben pues ser tomadas en la vertical: Jesús subió al cielo, descendió a los infiernos… Qué quiere decir eso sino que pasó a un nuevo plano de vida. El cielo no está arriba ni el infierno abajo, pues no hay arriba ni abajo si la tierra es redonda.

De todo eso hay que retener que cada época expresó lo sobrenatural en el lenguaje que podía entender, cada siglo expresó el mensaje de Cristo a su manera, pero es siempre el mismo mensaje.